No me Ames, Domíname - Final.
Los primeros tres días en el departamento de José Manuel habían sido una prueba constante, un ritual de dolor y sumisión que Isabella había aceptado con una entrega que a ella misma la sorprendía. Dormía en el suelo, envuelta en una manta áspera que apenas aliviaba el frío de la madera contra su piel desnuda. Cada mañana comenzaba con el sonido de sus pasos acercándose, con la vara que silbaba en el aire antes de estrellarse contra sus nalgas diez veces exactas, dejando marcas rojas que ardían durante horas. Luego, mientras él desayunaba, ella limpiaba el departamento, sintiendo cómo el dolor se mezclaba con una extraña satisfacción, como si cada azote, cada orden cumplida, la acercara más a su verdadero propósito. Pero en la tarde de ese tercer día, todo cambió. —Ponte esto —ordenó José Manuel, arrojándole un atuendo que Isabella no había visto antes. Ella lo miró, sorprendida. Durante esos tres días, su desnudez había sido su único uniforme, su piel marcada la...